Searching for Mr Right

Searching for Mr Right
Waiting up half the night

Feeling like I'll be dead
Before I'm old
Teaching myself to be
The Young Untold

How can I hope to be
Someone for you to see?

Blind as the Fate decrees
I will go on
Teaching myself to be
The Young Untold

Am I in vain tonight?
Lose you against the light
Who can you be
Mr Right?

Searching for Mr. Right. Young Marble Giants. Colossal Youth, 1980.

La primera vez que escuché esta canción seguro que no le presté la menor atención. Demasiados Gigas en el reproductor para poder reparar en algo. La segunda, recuerdo haberme quedado con el rasgueo rítmico de la guitarra eléctrica, el bajo contundente y contenido, y la voz de Alison Statton. Luego fue la melodía, que iba cantando de camino al trabajo y por último la letra. Llevo diez días que no me saco el disco de la cabeza.
Extralimitando la paranoia y siguiendo la máxima de uno de mis profesores de estética que abogaba por el hecho de que: "[...] puestos a hacer hermenéutica de la hermenéutica relacionemos pimientos con dasein que siempre algo encontraremos", releo la letra y tarareo una y otra vez éste "Buscando a Mr. Correcto". Eso sí, para lo que en estas líneas me/nos ocupa me quedo con la siguiente estrofa:

Blind as the Fate decrees
I will go on
Teaching myself to be
The Young Untold

El primer verso recuerda el afamado aforismo atribuido a William Faulkner "La ceguera del destino es en realidad propia miopía". Sin embargo, en este caso es el destino el que decreta perseverar en la enseñanza, en la propia autoformación en la bildung que dirían los filósofos románticos alemanes. La raíz del término bildung es bild que puede traducirse simplemente como imagen. Así pues la ceguera como el destino decretan continuar imaginando (enseñándose a sí mismo, dándose forma, por tanto), pues sólo de este modo, es posible llegar a ser el joven indecible, (untold) mejor que no dicho (unsaid). La imagen pues conforma y configura para no decir, y es la ceguera la que permite ver más allá. La negación de un sentido potencia la compresión del mismo, al suprimir la capacidad de ver, el sentido de la visión adquiere mayor relevancia. La percepción, al contrario que la conciencia, no es siempre percepción de. El ciego ve imágenes, el sordo oye imágenes sonoras aun cuando éstas no provengan de estímulos externos. El mecanismo del conocimiento es la imaginación, entendida como la producción de imágenes, ya sean visuales, ya sonoras, ya táctiles... la metáfora que explica nuestra forma de conocer es, por tanto, imaginativa, y la que ilustra nuestra percepción es visual. El triunvirato imago-pictura-visio, recorre nuestra historia de las artes como nutre la teoría del conocimiento.
Caronte, el de brillo intenso, es representado o descrito a lo largo de la historia como un viejo barquero con un antifaz que niega su mirada o poseedor de unos ojos de fuego. Este personaje, habitante de la frontera, navega por un territorio hostil como es el río Aqueronte infestado de almas condenadas. Atendiendo al mito, sus ojos ven más allá pero parecen ciegos, como los de un profeta que peregrina por el desierto. Conoce el otro lado y por tanto su visión cambia. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con la Pitia de Delfos, la que habla con los dioses. Su voz, sus palabras, su mensaje es incomprensible (gritos, susurros, voces...), necesita de una hermeneuta. Es decir, el que conoce el camino, el portador de las almas (psicopompa) no ve; sus ojos son un mecanismo del más allá, inútil, por tanto, para el aquí; la que habla con los dioses es incomprensible para los mortales. El más perfecto de las huestes celestiales, el más luminoso, es el primero que cae y la caída es su verdadero ser, su esencia, ajena a accidentes; el que cae se conforma como cesura y distancia entre dos estancias.
Y llegado a este punto de la hermenéutica de la hermenéutica en que la argumentación se empieza a deslizar hacia lo ingente vuelvo a tararear la letra por la que empezó todo esto: Searching for Mr Right/Waiting up half the night...