Kapoor
Nacido en Bombay (India, 1954), viviendo y trabajando en el Reino Unido desde principios de los años setenta Anish Kapoor es uno de los mayores representantes de la escultura británica contemporánea. Estudió en el Hornsey College of Art y posteriormente en el Chelsea School of Art Design en Londres. Sus años de formación los compartió con artistas como Tony Cragg, Richard Deacon o Bill Woodrow. Iniciando la labor de profesor del Wolverhamton Polytechnic en Birmingham a finales de los setenta.
En las últimas dos décadas Anish Kapoor ha expuesto en instituciones como la Tate Gallery y la Hayward Gallery de Londres, el Kunsthalle Basel, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, y el capcMusée d’art contemporain de Burdeos. La lista de exposiciones colectivas donde ha participado es ingente, aún así cabe destacar las realizadas en la Whitechapel Art Gallery, la Royal Academy y la Serpentine Gallery de Londres, Documenta IX de Kassel, el Moderna Museet de Estocolmo, y el Jeu de Paume y Centro Georges Pompidou de París. Sus obras forman parte de importantes colecciones tanto privadas como públicas, entre las que destacan la Tate Gallery, el MoMa, el Reina Sofía y el Stedlijk Museum de Amsterdam.
Anish Kapoor recibió el Premio Duemila en la Bienal de Venecia en 1990, el Turner Prize en 1991, ha sido reconocido como Honorary Fellowship por el London Institute en 1997 y nombrado Commander of the British Empire (CBE) en 2003.
La cordillera
Una enorme instalación es la obra central que da título a la exposición de Anish Kapoor en el CAC Málaga, My Red Homeland (2003), consistente en un círculo de doce metros de diámetro, veinticinco toneladas de cera y vaselina coloreada en rojo, un motor hidráulico y un brazo de acero en constante movimiento que va dando forma a la materia. Junto a esta obra, que se expone por primera vez en España, se muestran una selección de esculturas y pinturas.
La definición formal continuada, el bucle perfecto que soportan la gran masa sustancia grasa lleva a la conformación matérica de una paisaje, al paisaje de una gran cordillera —la cadena de montañas es uno de los motivos plásticos más repetidos en la obra de Kaapor— circular configurada a base de volúmenes permanentemente erosionados en una constante orogénesis de materia roja. Todo ello enmarcado en un círculo que hace de contenedor de la acción perpetua. Lo escultórico, que por su consciente delimitación es tratado como territorio se convierte en suceso, en aquello que tiene lugar y acción y es por tanto sensible a ser contemplado y analizado. Prima el orden simbólico en esta obra, que como arte pretende la vocación; la interacción y complexión de significados entre el espectador y el objeto. Nada hay narrado, sólo el objeto es expuesto esperando a ser completado por la significado otorgado por el sujeto. Todo este movimiento de objetualización se hace machaconamente evidente a través de la plástica, de una materia concebida de por sí como lo maleable. Un esfuerzo mecánico como metáfora de la fuerza que gracias al movimiento erige y destruye; crea, a fin de cuentas.
El rojo
Luego, el color rojo... denso, plástico, más sustancia en este caso que atributo de la materia. Un color que remite al país natal del artista, pero que de por sí se encuentra saturado de significados, quizás por su propia naturaleza física. El rojo es un color primario aditivo complementario al cian y corresponde a la frecuencia más baja de luz discernible por el ojo humano. El color que estamos en el limite de “no ver” es que el que físicamente más nos atrae y más nos mueve en nuestra conducta y nuestro ánimo. Hace que aumente la presión sanguínea, además de acelerar el ritmo cardiorespiratorio, también aumenta la tensión intraocular, de manera que en algunas personas puede provocar dolores de cabeza. Las glándulas suprarrenales, ante el color rojo vivo expulsan más adrenalina en la sangre, lo que implica que hay una mayor concentración de hormonas relacionadas con los estados de tensión y de agresividad.
Desde el simbolismo las implicaciones son múltiples y tan variadas como culturas existen. Aún así hay ciertas similitudes: el rojo es el color de las pasiones, de la vida por relación directa con la sangre y con la menstruación, de lo cálido etc. El propio Kapoor reconoce que el rojo, además tiene una relación directa con su país. Los fuertes pigmentos utilizados para ropas y para el cuerpo, las distintas especias, el colorido, la religión... todo parece estar bañado de rojo. Conecta así con los usos rituales del pigmento propios de su cultura natal, donde una marca roja se aplica sobre la frente tras el baño matinal, y ese mismo rojo, puesto sobre la raya del peinado femenino, simboliza el paso de la soltería al estado matrimonial, y también es el color del lienzo en que envuelven al cadáver de una mujer en sus funerales.
Otros rojos, otras obras
Junto a la instalación central de la exposición, se encuentra un conjunto soberbio de esculturas realizadas en acero, aluminio, madera, fibra de vidrio, pintura para automóviles, goma, cera y grasas. Sus formas son redondas y circulares, aludiendo soterradamente a un estado de creación de nacimiento ordenado y mecanizado, de cosmos por tanto. Aún así, son sorprendentemente orgánicas. Ese raro carácter orgánico queda subrayado por la tonalidad uniforme de su color, el rojo cereza o rojo sangre, que hace referencia a otro de los símbolos preferentes en la poética de Kapoor: el interés por el cuerpo humano y su interior, así como por las heridas, que para Kapoor equivalen a cesuras. Éstas son consideradas por el artista angloindio como lugares de revelación del subconsciente humano –a medio camino entre la sensación y la emoción–, sitios en que la intimidad del cuerpo y de la persona se abre a la experiencia exterior, pública. En cierto modo influido por el psicoanálisis freudiano Kapoor abunda en esta cuestión en sus creaciones desde 1998, fecha en la que participó en la exposición de arte corporal Wounds. Between Democracy and Redemption del Museo de Arte Moderno de Estocolmo. Rememora así Kaapor el interés del artista por lo humano, pero desde un arte no figurativo, atendiendo sólo a las formas, volúmenes y colores.
My Red Homeland. Anisk Kapoor
CAC Málaga
CAC Málaga
Hasta el 30 de abril
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