Cien obras de los fondos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, una buena parte mostradas por primera vez en sus salas y no pertenecientes a la colección usualmente expuesta, componen la exposición “La visión impura”. La lista de los cuarenta artistas que componen la muestra es la que sigue: Ignasi Aballí, Francis Alÿs, Txomin Badiola, Javier Baldeón, Burt Barr, Bleda y Rosa, Christian Boltanski, Louise Bourgeois, Victor Burgin , Sophie Calle, Carmen Calvo, Daniel Canogar, Jordi Colomer, Pepe Espaliú, Joan Fontcuberta, Pedro G. Romero, Alfredo Jaar, Anish Kapoor, Robert Lebel, Eva Lootz, Chema Madoz, Robert Mapplethorpe, Yasumasa Morimura, Antoni Muntadas, Juan Muñoz, Shirin Neshat, Marina Núñez, Perejaume, Marta María Pérez Bravo, Jaume Plensa, Sergio Prego, Rosângela Rennó, Gerhard Richter, Andrés Serrano, Cindy Sherman, Thomas Struth, Eulália Valldosera y Bill Viola.
Siento lo tedioso de la enumeración pero es la única forma que he encontrado para hacerles saber exactamente qué pueden contemplar en esta propuesta a no ser que apuntara a algo tan genérico como muestra de arte actual nacional e internacional, pero obviamente, decir esto y decir nada —o todo como es el caso— es lo mismo. El paseo por las salas que conforman esta propuesta tiene la virtud del encuentro, en buena parte del recorrido, con unas excelentes obras de arte contemporáneo pertenecientes a no menos reconocidos artistas actuales. Aún así, si se pierden por los vericuetos del Reina Sofía, o no son muy duchos en esto del arte actual —pero su interés o su afición les puede— existe la posibilidad acudir al catálogo de la muestra que, por otro lado, ayuda a vislumbrar algo más allá de la simple sucesión de obras; todas las piezas mostradas están recogidas gráficamente y glosadas con una extensa ficha así como una biografía de los autores.
Sin ánimo de ahondar en los postulados técnicos que impone la museografía, la cuestión previa y fundamental a toda organización de una exposición es lo que los entendidos llaman el discurso expositivo, traducido al lenguaje común —que no deja de ser el más elevado — el qué se quiere contar al público que asiste a la muestra. Como hemos comentado en diversas ocasiones a raíz de otras exposiciones, en la museografía actual priman los objetos expuestos como parte integrante de un discurso frente a los objetos simplemente mostrados, es decir, la exposición se convierte en un conjunto de representaciones que conforman e informan de aquello que se quiere transmitir. Así aun desde el subterfugio teórico entre una tendencia estructuralista, que recompensa la transmisión de un mensaje y la formalista, que defiende la autonomía de la obra de arte, se pretende en la misma vuelta de tuerca que se disfrute de la obra —composición, estructura, temática....— y se disfrute de la exposición —contexto social, cultural, artístico... (por no hablar, cuando se habla, del propio montaje de la misma).
Pues bien en la nota de prensa remitida a los medios se dice que la muestra que esta semana nos concierne: «[...] pretende acercarse a uno de los aspectos clave en la recepción de la obra: la insistencia en que lo visual va más allá de las cualidades ópticas. En torno a las obras seleccionadas nos haremos algunas preguntas que ocupan hoy buena parte de las preocupaciones centrales en torno a la visualidad. [...] La exposición no se atiene a ningún canon sino a un criterio: la convicción de que las preguntas en torno a la visualidad son de las más relevantes políticamente en una época en que, concluye la comisaria, la “política de la prueba y la pseudoevidencia mediática hacen más necesario que nunca que el discurso artístico abra las vías a una cada vez más necesaria imaginación productiva”».
Tras esto, se trasluce que la señora Aurora Fernández Polanco, comisaria de la muestra, se ha leído la obra de Mieke Bal y de W. J. T. Mitchell —es más, se cita en la nota de prensa como referente y en los textos del catálogo. Resumiendo hasta bordear el error de la simplificación digamos que Bal enfrenta la visualidad a la óptica en el campo de la cultura y más concretamente en el arte. Aduce que en los últimos años las prácticas artísticas han llevado al arte a un estadio más allá de las propias cualidades ópticas de la obra en pos de una cultura de la visualidad que explora constantemente sus límites llegando a atribuir grados de visualidad a actos relacionados con sentidos ajenos al de la vista. Éste último paso es desarrollado con mayor atención en los escritos de Mitchell.
La pregunta que surge después de esta referencia teórica es si sirve de sustento, de base, no ya de discurso expositivo —toda una pretensión si nos atenemos a la cantidad de artistas y obras que se muestran— sino de mera justificación a una muestra que reúne un grupo de obras de artistas contemporáneos sin aparente afinidad estética, artística, geográfica, ideológica o temática entre ellos, salvo una difusa cronología que no va más allá del término actuales. La reflexión de Bal y Mitchell sobre la visualidad y la globalización de la cultura visual en el arte contemporáneo da para mucho y explica bastante de lo que ocurre en este momento en el mundo del arte, pero de ahí a servir de nexo de todo y para todo —en este caso para realizar una exposición para mostrar bastantes obras no expuestas del museo— supone una intención demasiado caudalosa, imposible de vadear. Se vislumbra la excusa, una excusa teórica irreprochable, eso sí, pero que no sostiene una intención mucho más prosaica por muy necesaria que ésta sea.
Se habla de multidisciplinareidad, de visualidad, de participación del espectador, de autonomía formal, de hermenéutica... de todo y de cada una de las condiciones que conforman el arte actual, todo cabe y todo vale en esta ocasión pero no como base teórica sino como apología expositiva. Aún así, es innegable que la muestra se sostiene por las obras y los artistas que contiene. Su calidad es irreprochable.
Qué raro, ¿verdad? Valorar negativamente una exposición aun cuando las obras que la conforman son en muchos casos excelentes. ¿No lo entienden? Quizás estén pensando en una muestra... (relean el artículo).
La visión impura
MNCARS. Madrid
Hasta el 11 de septiembre
MNCARS. Madrid
Hasta el 11 de septiembre
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