9.10.06

Recortes acumulados

La semblanza
Carlos Sánchez Pérez, más conocido como Ceesepe, nació en Madrid en 1958. De formación autodidacta destacó como dibujante y como personaje de la movida madrileña junto con Ouka Lele, El Hortelano y García Alix. Sus primeros pasos como artista se enmarcan en el mundo del cómic underground tan floreciente en esos años. A mediados de los 70 entró en contacto con una serie de dibujantes barceloneses como Max, Nazario o Mariscal, con los que trabajó en la ciudad condal hasta 1979. En ese mismo año vuelve a Madrid para realizar su primera exposición individual en la galería Buades, en ella se materializa el salto del comic a la pintura. Con la perspectiva que dan los años la crítica ha querido ver en su obra referencias constantes a Tolousse Lautrec , Modigliani, Chagal , y al pop británico en especial a Peter Blake y Peter Philips donde, sobre todo, no importan los recursos empleados para plasmar una idea, o a la propia intención del artista. Las obras de Ceesepe están resueltas con una gama de color sobria aplicada sin empastes donde es frecuente el uso del azul y el rojo, recortándose los planos nítidamente entre sí. Así, traslada a la pintura un mundo de temática desenfadada en composiciones exuberantes y centrales donde incorpora elementos gráficos de la ilustración.
Además de la ya citada exposición en la galería Buades, destacan a lo largo de su trayectoria las realizadas en la galería Temple, Valencia (1986), Lambiek, Ámsterdam (1987), Moriarty, Madrid (1989) y la ciertamente restrospectiva Madrid, Madrid, Madrid en el Centro Cultural de la Villa. Entre sus publicaciones más emblemáticas se encuentran Barcelona by night, París-Madrid junto con libros con su obra como El difícil arte de mentir, París-Madrid, Libro blanco, y El arte de morir son algunos de los más destacados. Para el cine ha realizado los carteles de Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón y La Ley del deseo, ambas, películas de Almodóvar.


La muestra
La exposición de Ceesepe inaugurada esta semana en la Sala Rivadavia de la Diputación de Cádiz presenta un recorrido más que significativo por la trayectoria artística de este artista madrileño. Conformada a modo de pequeña retrospectiva, la muestra contiene trabajos de etapas anteriores así como nuevas obras realizadas en los últimos años resumidas en 26 propuestas: escenas de la cultura africana, máscaras sobre lienzos geométricos, madera recortada, collage con recortes de periódicos, con etiquetas, con fotografías, 12 retratos de una misma amiga, una visión de Cádiz..
El título de la exposición, La chica de Ipanema. Manual práctico de pintura #2, es ya una declaración de intenciones del propio artista. Enemigo de las etiquetas, de la falsa interpretación o la hermenéutica descabellada del arte que en la mayoría de los casos sólo lleva al encasillamiento, Ceesepe se inspira en la propia técnica para su trabajo. Sus pinturas-collages tienen títulos de canciones pero niega cualquier connotación en ello; en la mayoría de los casos parecen no contar nada, no tener mayor explicación o significación más allá de lo que muestra el soporte.


La técnica
Quizás, como cuenta el artista, todo sea fruto de su modo de trabajar. Sus obras son acumulaciones de recortes de periódicos, de revistas, de cosas que parecen que se van cayendo en el soporte y que terminan conjugadas y retocadas gracias a la pintura. Una de las obras más representativas de la muestra “La chica de Ipanema” surgió así, con el recorte rendido y aislado sobre el lienzo. La soledad de lo recortado es cubierta por otros recortes que a modo de sedimento que se superponen dan sentido y van configurando una obra que realmente nunca termina de cerrarse, de concluirse a los ojos del artista. De ahí, sus series sobre temas que vuelven a repetirse a lo largo de los años ajenos a la reiteración de la temática, porque ésta realmente no es relevante. Lo primordial es el acto de acumular, de superponer, de encajar capas y reestructurarlas. De este modo se va conformando la obra. En este contexto, la técnica es lo importante, pero no como técnica en sí, no como estudio y perfeccionamiento de la misma. Ceesepe no busca el virtuosismo técnico, su meta no es la excelencia en el uso del óleo, o del collage; su objetivo, si es que lo hay, es la configuración de una obra en función de lo que la técnica le dicta.
Evidentemente la elección de la acumulación, o de un cierto modo de entender el collage, no es baladí. A los ojos del artista y de la interpretación de su obra, otra elección no sería posible.


La acumulación
En la civilización contemporánea todo se acumula: películas, música, libros, periódicos, revistas... La nuestra parece ser una cultura de la acumulación. Pareciera que el verdadero ser del objeto-cosa sea el ser acumulado. Todo parece avocado a formar parte de un gigantesco disco duro, donde el objeto sólo tiene sentido como información, como algo que está ahí, localizado en algún lugar aunque no se sepa bien donde. Quizás el síndrome que más nos defina sea el de Diógenes como cita el propio artista en la presentación de la exposición a los medios. Nos deprimimos a veces por la forma imprecisa y desolada de lo amontonado, y a la vez nos resulta extrañamente atractiva su estética repetitiva. Lo amontonado, lo acumulado se repite, se desordena, se conforma por ausencia de orden o concierto.
Según el cándido Diccionario del Arte Actual de Karin Thomas, la acumulación es una forma de configuración del arte objetual, consistente en el amontonamiento de objetos usados, del mismo o diverso tipo, o en su apiñamiento en el interior de receptáculos de plástico. La palabra clave en la definición parece ser amontonamiento. Amontonamiento porque el amontonamiento implica una forma, y de forma es lo de trata buena parte de la estética y el arte, aun siendo forma infusa o deforme. Ahí están los trabajos del francés Arman o del británico Richard Long dedicado a recoger piedras durante sus caminatas para mostrarlas luego en la galería, por no incidir demasiado en la obra de Allan McCollum, Cady Nolan, Dan Peterman o Jason Rhoades entre otros muchos, para ver que en las últimas décadas el arte ha recogido el testigo de una sociedad avocada a la acumulación y el amontonamiento.
Ceesepe, a su manera, es parte de esta tendencia, de esta norma o verdad que nos inunda. Nunca la defensa de la creación de la nada en el arte ha sido más falaz y más inverosímil que ahora. Nada hay nuevo, y lo nuevo sólo es una superposición de lo pasado; crear ya sólo consiste en destructurar lo creado, para así dar forma, de montón, de amontonado.

La chica de Ipanema. Manual práctico de pintura #2
Sala Rivadavia. Cádiz
Hasta el 27 de octubre

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