10.1.05

Efectos del cubismo

“Trabajo con los elementos del intelecto, con la imaginación. Intento hacer concreto lo que es abstracto. Procedo de lo general a lo particular, con esto quiero decir que comienzo con una abstracción para llegar a un hecho real. El mío es un arte de síntesis, de deducción”. Con estas palabras respondía Juan Gris a un cuestionario realizado por la revista L´Esprit Nouveau en los años veinte sobre su arte. El movimiento cubista iniciado una década antes, había supuesto más en el cambio en los modos de representación pictórica en los pocos años transcurridos entre 1907, año en el que Picasso pintara Las señoritas de Aviñón, y el estallido de la Gran Guerra, que desde el Renacimiento hasta los inicios del siglo XX.
Gris se incorporó al cubismo a partir de 1911, cuando el movimiento nacido de los pinceles de Braque y Picasso entraba en su última fase denominada sintética. Junto a pintores como Léger, Gleizes, y Metzinger y a poetas como Apollinaire y Salmon proclamaron la absoluta autonomía de los elementos formales representados en el cuadro, negaron el carácter narrativo de la pintura, y defendieron que su arte era conceptual, no sólo perceptivo. Luego, rompieron el plano, negaron la perspectiva tradicional, y volcaron en el lienzo las facetas que componen la visión parcial que tenemos de la totalidad que implica un objeto.
En la década de los veinte con el cubismo primigenio muerto como movimiento, la semilla de éste se había extendido por toda Europa influyendo en otras vanguardias históricas. En España, salvo Picasso y Gris padres entre otros del movimiento, en la mayoría de los casos fue un cubismo tibio que se limitó a la cubicación de la superficie del lienzo sin reestructurar la perspectiva del cuadro. De este modo, para artistas como por ejemplo el onubense Vázquez Díaz se accedía a la modernidad sin demasiados riegos. Por ello, el papel fundamental de este movimiento residió tanto en ser germen de la modernidad como en punto de encuentro entre el arte europeo centrado en París y el arte español y por ende, el hispanoamericano. De ahí que en esta muestra presentada por la Fundación Telefónica Xul Solar, Barradas o Torres García, creadores de América latina tengan cabida junto a las obras de una extensa nómina de artistas europeos que marcaron la modernidad en esos años. Una exposición necesaria para entender la repercusión sobre la plástica internacional del ideario cubista.

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