ARCO 05. Pabellón 9. Stand: 9E107. Galería: Vacío 9. Artista: Clara Montoya. Obra: Torre Vigía. Técnica mixta. 200x200x420cm. 2004. Estructura de madera que conforma una escalera que da acceso a una atalaya superior sustentada por pilares.
Un pié, otro pié, un escalón, otro. No mires hacia abajo. ¡No mires! Tranquilo, respira. Son sólo cuatro metros. ¿He oído un crujido? ¿Aguantará la madera? Otro pié…, ya estás arriba. ¡Dios mío, qué pequeño es esto! No mires para..., no mires. Se me va el cuerpo, me caigo seguro. Relaja, toma aire. Apoya tu mano en la barandilla, colócate a una distancia prudencial del vacío. Respira. ¿Ya? Ahora, echa un vistazo a tu alrededor.
Desde las alturas, el pabellón parece tranquilo, ajeno al bullicio que se presiente abajo. Manchados por las obras de arte, los paneles que separan las galerías reflejan con un blanco tenue la potente luz de los focos industriales que alumbran el recinto. Los stands parecen llegar hasta donde alcanza la vista en una suerte de monocroma repetición de volumetría geométrica más propia del mininal art que de una feria. A partir de aquí surge el problema… incluso en el éxtasis poético del otero germina la temida y conflictiva palabra, feria –más aún si se precede a estas tres– de arte contemporáneo. En su sexta acepción, según el diccionario de la Real Academia, feria: Instalación donde se exponen los productos de un solo ramo industrial o comercial para su promoción y venta. Las definiciones en general dan para mucho pero ésta –reconozcámoslo– es perfecta.
Perfecta, porque al menos nos aleja de la tendencia cultural a la mitificación de todo lo que venga acompañado por la palabra arte y más aún si es arte contemporáneo. Esto no es un museo. No se viene a instruirse en nada, la lección ya tiene que estar aprendida, ni a disfrutar de las cualidades estéticas de tal artista o tal obra, cosa que a lo mejor ocurre pero que no es ni mucho menos el objetivo del acontecimiento. Esto es un mercado y como tal tiene sus reglas y sus fines. Las galerías (ramo industrial o comercial) exponen obras de arte (producto) que realiza un artista (línea de producto) para su venta en el stand (instalación donde exponen los productos) a los coleccionistas e instituciones (compradores). Público general, estudiantes, aficionados, críticos, medios de comunicación, despistados, personajes, personalidades… todo ese ruido, ese incesante movimiento circular, ese vértigo a fin de cuentas, simplemente, se traduce en promoción. Luego, el país invitado cada año –entendámoslo ya– no comparece para tener la posibilidad de admirar obras de artistas foráneos, sino para ampliar mercado. ¿Excesivamente claro? ¿Lo justo para que la cabeza te dé vueltas?
El vértigo es tenaz. Baja la escalera de madera. Otro crujido. Cuidado con dónde pones el pie. No mires hacia abajo. Un escalón más. Ya está. Respira. Otra vez, respira. Paseemos un poco. Mira allí, qué pintura más interesante… ¿cómo se llama el artista?
21.2.05
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