4.4.05

Diseño nómada

«Fue Abel pastor de rebaños y Caín labrador. Pasó algún tiempo y Caín hizo a Yahvé una oblación de frutos del suelo. Y también hizo Abel una oblación de los primogénitos de su rebaño y de la grasa de los mismos».
Desde los inicios del relato que constituye una de las piedras angulares de la cultura occidental la confrontación entre la vida nómada y el sedentarismo resulta evidente. Al igual que en otras mitologías o religiones el fratricidio es el germen fundador de la sociedad humana, ya que desde un punto de vista antropológico matar al igual, suprimir al hermano, presume en este caso la elección de un modo de vida, de una forma, a fin de cuentas, de configurar un mundo. En un primer estadio lo nómada y lo sedentario singularizan dos vías irreconciliables de asimilación del entorno, de enfrentarse a un territorio que por ajeno e impredecible siempre supone una amenaza.
El nómada –del griego nomas, pastor– establece su existencia en torno al fuego y la tienda o choza –de la casa, si nos atenemos a la etimología. En pos de una mayor movilidad, el grupo social es reducido y de un férreo control jerárquico. En estas comunidades las pertenencias necesarias para la vida doméstica son objetos eminentemente funcionales y fácilmente transportables, utilizados en un único y reducido espacio, donde mobiliario y arquitectura se confunden. En nuestro imaginario colectivo el nomadismo parece ir intrínsecamente asociado a amplios espacios desérticos, por donde discurre la caravana, en una suerte inconsciente de negar la relación con lo frondoso, lo verde, y lo cultivable de la propia naturaleza.
Sin embargo, el labrador –el que trabaja, laborator–, para nuestra cultura que prioriza la vida sedentaria, es el habitante –del latín habitare, cultivar la tierra– el cual, está atado a un concepto cíclico de la vida, a la muerte y restitución constante de la naturaleza y de sus cultivos, y por tanto a la propiedad de la tierra, por mínima que sea, de donde recoge sus frutos. Consecuencia de todo ello es la inmovilidad, la concepción del hogar como inmueble y de los objetos para la vida doméstica como muebles dentro de un espacio edificado y compartimentado donde cada objeto tiene una funcionalidad y utilidad claramente definida y única. La preeminencia que nuestra cultura ha dado a la agricultura frente al pastoreo nos lleva a comprender los fenómenos de la economía y del derecho, del lenguaje y del arte, de la propia arquitectura y diseño desde el prisma del sedentarismo.
No fue hasta el siglo XX cuando el arquitecto suizo Le Corbusier hiciera famosa su frase: «Un casa es una máquina para vivir» donde condensaba la respuesta de la arquitectura moderna a los cambios sociales que se venían barruntando desde el inicio de la revolución industrial. La nueva casa reflejaba la evolución que había sufrido la propia sociedad, la cual, reducía todo, incluso al propio trabajador, a producto susceptible de ser diseñado. Así pues, los nuevos usos de la vivienda supusieron la reconsideración del espacio a construir, en una suerte de minimizar gastos y garantizar utilidades, entendiéndolo todo bajo el prisma de la productividad. El espacio ha de producir trabajo, el espacio ha producir tiempo para la familia, el espacio ha de producir ocio, el espacio ha de producir espacio, ser, a fin de cuentas, reutilizable.
La exposición Living in motion. Diseño y arquitectura para un entorno flexible que acoge la Fundación Canal analiza el tácito imperativo económico y social de unificar los conceptos de vivienda y mobiliario. Ajenos en su esencia al modo de vida nómada pero adoptando la funcionalidad, versatilidad y transportabilidad de los objetos que usaban y conformaban sus viviendas, la arquitectura, y el diseño en general, del pasado siglo ha dado respuesta a esta necesidad. Más de ciento veinte objetos componen esta muestra articulada en seis secciones en un discurso museográfico conformado desde los presupuestos de la deconstrucción. Montar y desmontar, plegar y desplegar, adaptar, combinar, transportar, vestir y llevar consigo son las funcionalidades entre las que se exhiben obras de diseñadores tan reconocidos como Marcel Breuer, Jean Prouvé, Joe C. Colombo, o Shigeru Ban.

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