18.9.05

La emoción desnuda


Hace más de una semana que la pintora Inma Naranjo inauguró en la Galería IslahAbitada de Cádiz su primera exposición individual. La artista gaditana ha participado en el último año en distintas muestras colectivas junto con otros jóvenes creadores, concretamente las celebradas en la sala Rivadavia en el 2004 y en la Neilson Gallery de Grazalema durante el pasado mes de marzo. Diseñadora gráfica de formación, su vocación pictórica le ha llevado a superar la natural reticencia —que no deja de ser una necesidad a abrir su arte y mostrarse por dentro— atreviéndose a colgar veinte de sus cuadros en las blanqueadas paredes de la galería gaditana. Fruto del trabajo de los dos últimos años, sus obras han sido tildadas por la prensa local tras la inauguración de la exposición como seguidoras de cierto realismo mágico, con una fuerte temática onírica dentro de un estilo figurativo, de un dibujo a base de trazos precisos que modela y muestra el inconsciente... Podemos añadir —si queremos seguir en el juego de recurrencias y taxonomías que tan poca justicia hacen y a la que tan aficionados somos los que escribimos, opinamos, y gustamos de este complejo mundo de lo artístico y simple del arte— que su pintura tiene resonancias que van desde los muralistas mexicanos, visibles en sus planos campos de color superpuesto y en cierta maniera de modelar el volumen de la figura —incluido el sutil homenaje a Rivera en una de sus obras— a una bien entendida y remozada pintura naif, junto con un... basta.

Continuaríamos hasta el hartazgo en el esfuerzo de abrir vínculos, de desplegar recurrencias, inspiraciones, estilos..., unos pocos años de Historia del Arte y algún que otro libro proporciona todo un universo de asociacionismo visual-conceptual que libra de no pocos apuros pero, en estos casos, es conveniente detener la vorágine, asumir el miedo por ambas partes (artista-público) proveniente del abismo de la incomprensión e intentar contemplar sin más lo pintado. Cuando una artista inicia su andadura su obra se muestra tanto más desnuda (sin nudos, ni ataduras) para su creador como para el público, y más aún para el crítico encargado de comentarla. La falta de referentes hace que la opinión no tenga objeto donde asirse, tambaleándose, por tanto, el siempre incólume juicio estético. Llegados a este punto aparece la recurrencia al gusto o, en su defecto, al propio artista que en un doble esfuerzo explique las motivaciones de su obra, la temática, sus influencias...

Releemos, por tanto, las noticias sobre la exposición, buscando alguna llave que abre la puerta de los significados, unas palabras de la pintora gaditana sobre sus obras, una guía, un hito desde donde partir... Naranjo continúa sin defraudarnos, apenas comenta sus obras, habla simplemente de la necesidad vital de pintar, de la agitación que le produce, codifica casi el mensaje oculto para negar así su anhelante existencia, espera, quizás, que sólo el cuadro se revele —que ni tan siquiera le hable— al espectador, que las emociones que sus personajes representan sean recogidas por el que contempla el lienzo. Sutil, temerosa, sincera, quieta, Naranjo se expresa como su pintura, con pocas palabras, esperando un oído amigo o una mirada cómplice. Juego de imágenes y palabras que se entrelazan, sus figuras permanecen calladas en un claro y luminoso silencio prevenidas ante falsas y pretenciosas interpretaciones.

Negada la maraña de significados y significantes por obra de la propia pintora, sutil en la emoción que quiere transmitir, sólo nos queda el criterio del gusto para valorar y apreciar su pintura; el camino más difícil, pero el más sincero, tanto para el público como para la pintora. Un inicio valiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

hola, te invito a visitar un blog también sobre arte: www.infoaragon.net/servicios/blogs/ismo/
un saludo y enhorabuena por tu blog.