1.2.06

La sombra de lo real


Un fragmento de la nota de prensa de la nueva exposición del pintor sevillano Juan Antonio León en la Galería Benot reza así: “Falsimetrías, una serie de piezas realizadas en óleo sobre lienzo de variado formato, que nos sumerge en el universo personal de un artista cuya incesante búsqueda de espacio, da en esta ocasión un giro sobre sí misma tras un nuevo objetivo: El concepto. Pero el concepto tiene engañosas representaciones, y el camino hasta él está lleno de trampas. Así, la búsqueda se convierte en un viaje y el artista en un explorador que apuesta por una ruta arriesgada: indaga en la destructuración del concepto, en su propia ambigüedad, incluso en su propia deconstrucción. Para ello crea un espacio donde lo figurativo se transforma en metafísico, donde lo conceptual adquiere valor abstracto, donde la geometría y el lenguaje verbal interactúan y se completan”.
El concepto. El azaroso viaje hacia el concepto. La destructuración del mismo, su propia deconstrucción. Lo figurativo en metafísico, lo conceptual en abstracto.... Términos, ideas, conceptos éstos —valga la redundancia, que a lo largo de este artículo intuyo que será máxima— con el suficiente peso específico tanto para la filosofía, la estética o el arte como para abordarlos de forma pausada y sistémica. Hagamos el esfuerzo. Comencemos.


Concepto y conocimiento
Quizás, en el Diccionario de la Real Academia Española, la acepción más apropiada de la voz concepto para iniciar la trama que nos ocupa sea la segunda: Idea que concibe o forma el entendimiento. Así pues, el concepto —la palabra en sí no deja de ser otra forma de abordar el participio de concebir: lo concebido— es una idea y por tanto una imagen si recurrimos a la etimología griega del término. Una imagen concebida o formada por el entendimiento. Se define al entendimiento, en sentido lato pero igualmente útil y válido, como la facultad por la cual se razona. Es el entendimiento, por tanto, la que da forma, la que hace imagen, idea si quieren y por tanto, concepto.
Pero... ¿de qué se hace concepto?. El concepto es la forma de entender, de hacer compresible, de comprimir y encasillar a la multiplicidad infinita que supone lo real, convertido en objeto, como paso previo de asunción, por nuestros sentidos. Por ello, se hace concepto del objeto para así asumir la realidad, que ya deja de ser una totalidad inabarcable, inconcebible si quieren, para transformarse en una realidad propia y específica, subjetiva. A muy grandes rasgos y simplificando hasta bordear la incorrección, ésta es la manera como aprendemos —mejor, aprehendemos—: atrapando y moldeando lo real.
El verdadero conocimiento, la episteme, —que diría Kant, la ciencia de la que hablaríamos nosotros—surge por tanto de la facultad de discernir, de hacer juicios sobre los conceptos aprendidos, sobre los datos (datum: lo dado) aportados.

El camino del arte
El arte, sin embargo, realiza el proceso contrario. Para ilustrar esta aseveración permítanme citar una líneas de Emmanuel Lévinas en su ensayo La realidad y su sombra “El arte no conoce un tipo particular de realidad taja sobre el conocimiento. Es el acontecer mismo del oscurecimiento, un atardecer, una invasión de sombra. El procedimiento más elemental del arte consiste en sustituir un objeto por su imagen. Imagen y no concepto. El concepto es el objeto captado, el objeto inteligible. Ya por la acción misma, mantenemos con el objeto real una relación viva, lo captamos, lo concebimos. La imagen neutraliza esta relación real, esta concepción original del acto. La imagen no engendra, como el conocimiento científico y la verdad, una concepción (....)” La estética romántica a raíz de Schopenhauer atribuyó al arte la facultad de establecer una relación más directa y esencial con entidades inaccesibles al pensamiento racional. De revelar, a fin de cuentas, la verdad de lo existente, que abundando en el idealismo alemán es algo opaco, que permanece cerrado y recalcitrante al pensamiento y refractario e impermeable a la razón.
La idea de que el arte puede proporcionar una vía, compleja y azarosa sí, ajena a las formas del entendimiento, a lo real y a la cosa es posible para muchos autores —pensemos en psicoanálisis de Lacan o en el neokantismo de Cassirer— sólo desde el orden simbólico. El concepto, su solidez, su contundencia es insuficiente para abarcar la totalidad de lo real, es viable sin embargo, un conocimiento de las cosas mucho más directo, más intuitivo, menos comprensivo. El concepto principal asidero del conocimiento hasta ese momento, comienza así a ser desmantelado, paso previo a su completa y posterior deconstrucción.

Falsimetrías
Hay dos obras que conforman la exposición que poseen un título cuanto menos sugerente: Metafísica y Metapsíquica. Se entiende metafísica —de nuevo acudiendo al DRAE— como la parte de la filosofía que estudia el ser en cuanto tal, sus propiedades, principio y causas primeras; la metapsíquica es el estudio de los fenómenos que exceden los límites de la conciencia normal y común, de los que hasta ahora no se ha dado una explicación satisfactoria. Interesante definiciones, pero más aún el uso del prefijo meta- (más allá). Vuelvo de nuevo a Lévinas: “Ir más allá es comunicar con las ideas, comprender. ¿No consiste la función del arte en no comprender? ¿no le confiere la oscuridad su elemento mismo y un acabado sui géneris, extraño a la dialéctica y a la vida de las ideas? ¿Se dirá entonces que el artista conoce y expresa la oscuridad misma de lo real? Pero esto de desemboca en una cuestión más general a la que todo este discurso sobre el arte se subordina:¿ Se define siempre, en relación a la verdad, como un residuo del comprender?” Metafísica, metapsíquica: más allá de la naturaleza, más allá del alma... ¿no es ese espacio, por difuso y monstruoso el reservado al arte?
Las pinturas de Juan Antonio León abundan en esa relación compleja y difusa entre lo conceptual y lo simbólico, única vía de iluminar la sombra que supone lo real. En ellas se encuentran texto y figuras, líneas y color... conceptos, símbolos y sensaciones que no son más que maneras de acceder a esa realidad, la de la representación en el lienzo, que como cualquier otra permanece oculta, sólo accesible desde el atisbo. La sombra de lo real siempre está presente.El concepto, anhelado, por el artista no deja de ser la mayor falsimetría, una medida falsa por imposible, como toda medición, realizada en la pretensión de mesurar la multiplicidad de lo inabarcable. Aludiendo al título de una de sus obras: la simetría como tal es imposible.

Falsimetrías. Juan José León
Galería Benot
Hasta el 11 de febrero

1 comentario:

Isaac dijo...

Una buena contextualización para mejor situarnos en la posición idónea.

Lo que pasa es que no me da tiemp de llegar a ese segundo estadio. Menos a estas horas, después de una comida bilbaína.
Lo siento, Juan, pero prefiero el tema del faraón.

Yo no me llamo Sinué porque soy fenicio!