5.4.06

Espectros rojos


Preview
Permítanme un pequeño inciso cinematográfico a modo de introducción: “Creo que se nota que es un cuento alargado. Se quieren los protagonistas porque lo dice el guión, pero yo no siento que esos chicos se quieran. ¡Y estoy convencida de que a Ang Lee le van a dar todos los Oscar! Me parece que para que la película tuviera un valor que ayudara al colectivo homosexual en sus reivindicaciones tendría que haber mostrado una relación más profunda. Y sólo muestra a dos pastores: uno que habla mucho y otro que habla poco.” Entrevista a Isabel Coixet, cineasta, realizada por Juan Cruz. Publicada en El País el 5/3/06.
Así dicho, cabe la siguiente apostilla : “El verdadero valor de las películas sobre homosexuales es ayudar a las reivindicaciones del colectivo homosexual. Ya nos temíamos que ese tema no era nada en sí mismo, como nada en sí mismo es un homosexual aislado del grupo. Una cosa es que los homosexuales se reivindiquen y otra que quieran existir. Aplicado al resto de los temas reivindicativos, he aquí una manifestación del viejo espíritu de los soviets”. Comentario a la entrevista a Isabel Coixet realizado por Alejandro Gándara en su blog literario El escorpión, publicado en elmundo.es el 7/3/06.
Disculpen los anteriores párrafos, y más entendiendo que esperan que hable de una exposición de artes plásticas sobre vanguardias rusas, pero no he podido resistirme. Antes que nada, aclarar que aún no he visto Brokeback Mountain y, es más, que tampoco he disfrutado de película alguna de Isabel Coixet, por ello no tengo opinión sobre la calidad de la película de Lee o la filmografía de la cineasta española. Por otro lado, como ven, leo varios periódicos diariamente por imposición profesional así que no me prima un juicio estético o crítica artística por la tendencia ideológica o política —aunque los haya y mucho— del medio donde se publica.
Dicho y pensado esto —porque la dicotomía que plantea recorrerá buena parte de este artículo— hablemos de lo que nos verdaderamente nos ocupa: el arte, y más concretamente el arte realizado por las vanguardias rusas históricas.


Prejuicio
El valor de una obra de arte no está en que si reivindica conveniente, hace propaganda, o sirve para la difusión de los intereses de una colectividad u opción política, religiosa, incluso me atrevería a decir que, o personal. La vara de medir no está ahí, o al menos, no debería de estarlo. El valor del arte se encuentra, aunque suene a perogrullada, en sí mismo y en los criterios y juicios que lo sustentan y que de él se desprenden. Esto no quiere decir que un discurso político, un manifiesto, un cartel, un panfleto etc. no posean atributos artísticos o no puedan ser considerados obras de arte, al contrario, muchas de las obras maestras de la historia del arte desde una performance a un lienzo han sido grandes panfletos cargados de ideología o compromiso. Pero, insisto, aun cuando tengan otro tipo de valor o hayan servido para esos principios su valor artístico no es ese. Juzgar una obra con las categorías de la estética y los juicios de la crítica y tildarla de obra de arte nada tiene que ver con los fines que esa obra persigue. Por esta afirmación tan transparente para no demasiados, un señor como Kant tras haber categorizado hasta la saciedad aseveró algo así como que lo bello es una finalidad sin fin o una intencionalidad sin intención. De esta idea de lo bello —que como vemos nada tiene que ver con lo hermoso— se extiende y se entiende la autonomía formal del arte.
No comprender esta diferencia es rozar, aun cuando se haga inconscientemente, cierta mentalidad totalitaria. Y, por favor, no se alarmen si hablo de totalitarismo, o mejor alármense mucho más de lo que lo están, hace falta. Cuando hablo de totalitarismo no me refiero sólo a regímenes como el fascismo italiano, el nazismo, o el comunismo soviético que también, sino a toda pretensión de universalizar e imponer como norma la ideología de cualquier colectividad sobre la libertad del individuo. A una escala menor aunque sin olvidar hasta dónde puede crecer la semilla plantada por lo anterior, nuestra concepción de arte se pervierte cuando nuestro juicio es fruto de esa imposición. El arte empieza a desaparecer cuando es hijo manipulable de un interés, por malo o bueno que éste sea, no cuando es motor del mismo. Y no es que en el principio todo, al menos para el arte, fue bueno, pero casi...

Vanguardia
La exposición Vanguardias rusas, organizada conjuntamente por el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid, ofrece un recorrido por la génesis y desarrollo del arte ruso de vanguardia durante el primer tercio del siglo XX. En contra de lo que tradicionalmente se ha considerado como un único movimiento, la muestra pone de manifiesto la diversidad de tendencias, contenidos y estilos que se encuadran dentro del experimento cultural que supusieron las “vanguardias rusas”.
Centrada principalmente en la pintura y la escultura incluye dos secciones especiales, una de fotografía y otra de diseño, arte gráfico y artes aplicadas. El arco cronológico abarcado se sitúa entre 1907 y aproximadamente 1930, periodo de convulsión política y cultural en el que la vida artística se vio sacudida por cientos de exposiciones de grupo y manifiestos.
El recorrido se inicia con la búsqueda de un nuevo arte nacional basado en las tradiciones populares rusas a comienzos de siglo. Un segundo apartado está dedicado a los primeros intentos por entroncar con el arte internacional europeo, principalmente con el Futurismo. Por otro lado se analiza la trayectoria de artistas con una marcadamente característicos como Chagall, Kandinsky o Filonov. La exposición prosigue con la abstracción organicista de los años de postguerra. Finalmente, el capítulo más extenso está dedicado al afán de superar el arte tradicional y de convertirlo en un medio de construcción del hombre nuevo, recurriendo a medios tan diversos como la pintura, la escultura, la fotografía o el arte de propaganda.
A modo de conclusión de lo dicho y visto, me quedo con un párrafo correspondiente a un texto escrito por John E. Bowit que forma parte del interesante catálogo de la muestra: “Las actitudes tan dispares ante la vida y arte que adoptaros los artistas y escritores de la vanguardia estética rusa ponen de manifiesto no sólo temperamentos impetuosos y comportamientos intransigentes, sino también una fuerte relación orgánica y a menudo conflictiva entre lo personal y lo público, entre la intuición interna y la cultura material externa y entre la función fisiológica y el Estado; y una consecuencia de dicha tensión fue la violencia y la ruptura”. Había ideología sí, podía haber afinidad a un ideario político, incluso militancia por parte de alguno, pero el arte, su labor como artista, su obra estaban por encima de la doctrina y más cuando ésta tendió hacia el totalitarismo. Este cuando ya previsiblemente llegó, no tuvo más que convocar la Cuarta Internacional al comienzo de la década de los treinta y dar pautas para lo que creían que debería de ser el arte. Nació el realismo socialista en la plástica y frente a la explosión-implosión anterior, francamente, no hay color.


Vanguardias rusas
Museo Thyssen. Fundación Caja Madrid
Hasta el 14 de mayo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las convulsiones posrrevolucionarias suelen ser tanto o más creativas que las calmas estepas de la Historia. Acerca de la peli no hago comentario, no la he visto ni la veré por el momento.
Dany