Yo subía por la escalera. Era un tercer piso y en esa época y a esa edad como no había ascensor en la casa no se hacía imprescindible, como luego ocurrió para llegar tan siquiera al primero. El portón de la casa siempre estaba abierto y la claridad entraba desde los ventanales del descansillo que daban a la calle. Desde el último tramo de siete escalones, ya entreveía a mi abuela delante de los fuegos con la permanente de Luisita levemente descolocada, las manos hinchadas por el agua fría y la lejía, el vestido de estar por casa, la compra de la plaza distribuida por la mesa y el vapor de las ollas condensado en los azulejos. Ya dentro, las acciones se sucedían —el beso, dejar la maleta, lavarme las manos, ponerme las zapatillas...— para poder sentarme cuanto antes en la silla. Sólo entonces ella me hablaba, la comida aún no estaba hecha, así que había que ayudar. Sacaba el paquete de lentejas, las esparcía un poco por la mesa y yo las iba repasando, por si había alguna madura o negra, para echarlas luego en la cacerola. Mi abuela se volvía y continuaba trajinando.
No tengo ninguna imagen de esto más allá de la que proporciona el recuerdo de lo vivido pero si tuviera la posibilidad de volver atrás para retratar lo relatado llamaría, sin dudarlo, a la fotógrafa Encarna Marín. Pasear entre sus fotografías, expuestas en la sala que la Fundación Caja San Fernando tiene en la Casa Pemán, me hizo evocar esos momentos. Quizás, porque sus Mujeres se alejan del encasillamiento desde el propio arquetipo que las cataloga. La abuela, por ejemplo, aún cuando satisface todas las exigencias y condicionantes para serlo no es sólo eso, una denominación que denota un parentesco y un rol, sino algo más. Y es en ese algo más donde la imágenes de Encarna Marín se hacen grandes. Sus fotografías rebasan la convención de lo sabido y de la etiqueta autoimpuesta, para mostrar algo más, que hay mujeres, que hay personas, que hay sentimientos, vidas y caracteres.
Encarna Marín nació en la sevillana localidad de El Ronquillo. Comenzó su relación con la fotografía en 1980 en un estudio fotográfico de Huelva, trabajando para un periódico y para la Diputación onubense. En 1983 decide viajar a Madrid, para aumentar sus estudios sobre técnicas fotográficas realizando su primera exposición su primera exposición en La Aurora, local relacionado con la movida madrileña. En los años siguientes participó en varias exposiciones, y comenzó a impartir clases de fotografía. En su etapa más reciente destacan sus colaboraciones con diseñadores de moda y agencias de publicidad, así como sus exposiciones y varios premios recibidos.
Comisariada por Lola Marín, Mujeres consta de 40 fotografías que podrán verse hasta el 9 de abril.
Mujeres
Caja San Fernando. Casa Pemán. Cádiz
Hasta el 9 de abril
1 comentario:
Simplemente genial.
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